Back to the roots. Cuarta parte.

Port Olimpic, Barcelona, Spain © Mihai-Bogdan Lazar - Fotolia.com
© Mihai-Bogdan Lazar – Fotolia.com

Enlace al tercer episodio de «Back to the roots»

En aquel Departamento de Calidad tuve mi primera toma de contacto, al margen del mundo académico, con el sistema de gestión de la calidad ISO y el Modelo EFQM. Tengo tan buen recuerdo de entonces y de las personas con las que trabajé, como conciencia actual de lo inútil de este tipo de trabajo.

En las empresas, existen áreas que aparecen y desaparecen y se dotan de mayor o menor estructura, presupuesto, etc. en función de si se desea favorecer a una persona o lo contrario. Tienen una importancia real para la organización: cero. Cuando estamos frente a este supuesto, la designación de la persona a dirigir la función, la estructura de que se le dota -a la persona, no a la actividad-, el presupuesto, etc. son, independientemente de virtudes o carencias, meras anécdotas de la actividad de la que hablemos. Ese era el caso en Barcelona, y es, matices a parte, uno de tantos casos.

No debe haber sistema, modelo, etc. que no mencione el compromiso de la dirección como primer requisito necesario para su éxito. Lo perverso suele ser lo que hacemos en algún momento de la profesión con ese requisito o como lo interpretamos quienes hemos tenido alguna responsabilidad al respecto. En nuestro descargo, ambas cosas quizás sean una mera autoprotección frente a la esquizofrenia, esa que podría provocar trabajar de manera profesional en algo sin ningún sentido sabiendo todo el tiempo que vivirá sucesivos fracasos. Esto, que puede sonar fatalista, en realidad no lo es. Salvando las distancias, la situación es parecida a la que enfrentan los profesionales de la medicina: ¿cómo podrían trabajar caso tras caso si solo pensasen en la muerte inevitable y continua de todos los pacientes? Creo que todos estaremos de acuerdo en que ser conscientes de ello y seguir trabajando es un signo de experiencia y conocimiento profundo de su profesión ¿no? Pues lo mismo podría decirse de nosotros. Lo único que falla en el asunto, es que establecer este o cualquier otro paralelismo, forma parte de la perversión que mencioné. Porque nosotros no somos médicos.

Familiarmente, el recorrido a lo largo del tiempo con sistemas o modelos se simboliza mediante el dibujo de un camino. Andarlo produce efectos en algunos, la mayoría del tiempo sin que ello los suponga en los demás. En mi caso no ha sido distinto. Lo que hoy son para mi no se parece en nada a lo que fueron diez años atrás. Antes hablaba de ellos. Ahora es raro que los mencione. Y si lo hago, no es en el mismo contexto ni para las mismas cosas. De hecho, me molesta oír hablar de ellos. Cuando se entienden no es necesario. Creo que están ahí para ayudar a todos y para ser superados en un momento dado. No saberlo al principio y llegar a entenderlo después es parte de ese camino. He dejado de perseguir victorias pírricas, los logros parciales. No me «mueven» promesas, posibles avances, reconocimientos o puntuaciones. Lo he entendido todo.

Publicado por Eduardo

Nací en 1974, lo que me hace demasiado joven para poder escribir una biografía -ja-.

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